Resulta que un día se nos ocurrió hacer una revista. Resulta que uno de los alumnos se auto delegó diagramarla. Resultó que ese alumno nunca más apareció por el taller y cuando todos pensamos que nos quedaríamos con los crespos hechos, apareció la bendita iluminación: Busquémosle nombre a la revista, se llamará Quebrantahuesos. ¡Si, Quebrantahuesos, genial! La mayoría votamos por ese nombre más que por Quiquiriquí, como propuso el Marcelo. Ahora la cosa marchaba sobre ruedas y pusimos sobre la mesa nuestros mejores escritos de días miércoles made in el Taller de Creatividad Literaria del INJUV para darles vida a las 20 carillas que llevaría bajo el brazo nuestro hijo. Las últimas semanas fueron decisivas, muchos desistieron del intento, se los comió la máquina (de escribir), otros camarones se quedaron dormidos y a la vieja se le fue el tren…Entonces comenzamos a juntarnos fuera de los horarios habituales, en una cierta casa con cierta dirección que aparece y desaparece de ciertos papeles, a la cual solo algunos pueden llegar por las noches, ahí estábamos nosotros, trabajando ardua y comprometidamente en esto que para pelos y da escalofríos, que se atragantó en la garganta tantas veces antes, años antes y que nos hizo toser y gastar en médicos para que nos dijesen finalmente, Señor, Usted No tiene Nada. ¿¡Cómo que no tengo nada!? ¿¡Cómo que no tengo nada!? Y la vida se atragantó también en el pecho, en la garganta y entre los labios hasta el bendito día en que un rayo partió el cielo en dos y una voz suprema emergió con una gran ola como lengua que nos mojó a todos dejándonos lejos tirados en la arena…Y supimos que… Antes de morirte, Escríbelo. Y así nació Quebrantahuesos. Ahora podemos dormir tranquilos.
Paz Carvajal López.
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