Mausoleo

martes, 21 de julio de 2009

Mausoleo

Lo cierto es que muchas veces los artistas se enamoran de sus creaciones, así pasa con los poetas que estiman sus poemas y los jerarquizan, con los pintores que muchas veces exponen sus cuadros y el mejor que ellos consideran es apenas observado; Así cada artista se enamora de sus creaciones como un creador de sus obras. La historia que presento a continuación sucedió hace tiempo, preveo que alguna relación tiene con lo anteriormente dicho, los nombres han sido reemplazados para proteger la identidad de los personajes reales y el misterio que oculta la narración.

Vincent no entendía cual era el significado de trabajar,¡era absurdo! Su padre había trabajado más de 30 años y lo habían despedido porque su presencia daba a la empresa un aire arcaico, falto de renovación, ahora estando desempleado se cortaba las venas y pensamientos tratando de encontrar el empleo que necesitaba para mantener a su familia; Vincent aquel día oculto de sus padres salió de mañana, se arreglo y al salir de su casa vertió en el aire un espeso olor a perfume-pensaba que una buena presencia le ayudaría a encontrar trabajo y desabrumar a su padre-.Pero ese día fue fatídico, ninguna empresa necesitaba a un jovencito, pues le daría aires de infancia a una organización seria y aún más respetable que el resto de las otras de la ciudad.

Se sentó entonces en la cuneta de una calle para él desconocida, ubicada en la periferia de la urbe repleta de hojas caídas de los árboles del parque que ocupaba toda la cuadra, fue allí donde Vincent conoció a Sun, pero sin verla siquiera: Estando sentado miró a su alrededor, bajo sus pies el hormigón negro apesumbrado le contaba sus congojas a la tierra debajo de el, en un charco un poco más allá, unas piedras se lavaban la tierra de siglos pasados y eones por venir, pero en toda la arteria lo que más llamaba la atención era un papel que forcejeaba con la reja del vergel, para salir volando con el viento.

Vincent cogió el papel con sumo cuidado para no estropearlo y lo leyó: “¿Quién eres?” decía el papel, una caligrafía muy bonita y necesariamente de mujer. Miró hacia todos los lados y no vio a nadie más en la calle, solitario y aburrido, quiso divertirse un rato y después de buscar un lápiz escribió: “Me llamo Vincent ¿y tu?” posteriormente dobló el papel y lo introdujo en los arbustos que de la misma altura cubrían la reja y alzaban sus manos para tocar el sol o al menos una rama de algún árbol, ya es sabido que todo tiende hacia arriba, hacia las alturas de lo desconocido, hacia un anillo indescriptible. El asunto es que sorprendentemente el mensaje fue devuelto en el mismo papel, sólo alcanzó a ver una mano blanca que al instante desapareció. El papel decía:

“Sun, mucho gusto Vincent, hace mucho tiempo que no hablaba, te puede parecer raro pero me parece haberte conocido desde hace bastantes años ¿Por casualidad no llevas algo en que escribir?”

Apresurado Vincent sacó un cuaderno y escribió en la red de la hoja: “Como ves, tengo un cuaderno” y lo pasó por los arbustos, puso especial atención en que algo sonaba del lado contrario pero no le importo.

Inmediatamente después el cuadernillo apareció con otro escrito: “Eres, algún día nos conoceremos en persona. Yo siempre estoy aquí puedes volver mañana”

Vincent emocionado pues el juego le parecía de lo más divertido y le respondió con un simple “si, mañana nos leemos”.

Aquella noche fue gratificante, cada hilo de sueño reflejaba en el inconsciente de Vincent un ser virgen y puro que lo acompañaba en épocas antiguas de guerra y noches de las profundidades de la reflexión, allí veía a Sun en todas las culturas posibles, ayudándole tendiendo su espada en alto para combatir con los bárbaros, moros, romanos, japoneses, norteamericanos. Al despertar supo que se había enamorado de alguien a quien no conocía, un hecho aún más extraño que el amor.

Espero con ansias la tarde y cuando las nubes oscurecían su pigmentación; se abalanzó sobre la calle con elegancia y rapidez, otra vez se encontró con el papel tratando de escapar; El hecho es que este sistema de conversación se extendía durante 3 meses, Vincent cada ves más se convencía de su amor por Sun, y ella le correspondía pero se negaba a verlo.

Fue casi a finales de Julio cuando Vincent no encontró nada, espero hasta que el líquido nocturno inundó el mundo, no había respuestas de parte de Sun, pensó en miles de calamidades, enfermedades y desastres ¡No podía irse así! Pregunto al portero del parque, el cual dijo que allí no había ninguna Sun, y se reía de Vincent, mientras intentaba arreglar un viejo televisor acompañante de años y noches. Al irse, se percató que una camioneta agazapada en la vía, tenía encima una bella estatua de una mujer, aún más preciosa que la Venus de milo, pero menos fría que ella, miraba con calidez hacia él y en una de sus manos había una hoja de papel cuadriculada; Al partir el vehículo la hoja voló por los aires y se posó en los pies de Vincent, lo tomó y leyó esto: “Mi amado Vincent, me trasladan a un mausoleo. Algún día estaremos juntos” Te ama Sun.

Impresionado por tal estupidez, se rió de todo cuanto había pasado, pero una risa que ocultaba duda en su interior. Él con el paso del tiempo se volvió un pintor famoso, cuentan que pasó toda su vida pintando un cuadro de una estatua, cada año una pincelada, y al morir gritaba desesperadamente

-¡¡Sun, Sun!!

Aquella noche el guardián del cementerio, al arreglar su televisor, traído desde su antiguo trabajo, sintió un susurro que melancólicamente decía ¡Sun, Sun! Y al reconocer las palabras, se acordó de aquel joven que preguntaba por una tal Sun, salió de la caseta, observo la luna sobre los mausoleos

-Que raro no recuerdo esas dos estatuas allí ¡Pero si es la del parque! y aquel… ¡aquel es el joven!-pensó lentamente y se quedó observando como las estatuas se miraban, quizás para toda la eternidad.


thangrinus

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