EL señor muerto y sepultado

martes, 21 de julio de 2009





El Señor muerto y sepultado

Dedicado a Giovanni Vargas

Se abrían las puertas gigantes de lata oxidada del cementerio más grande del pueblo, el cual estaba cubierto de tumbas vestidas con tela de arañas y flores secas esparcidas en toda la tierra. Saadi caminaba ya adentro mirando sus manos sucias con el óxido y con precaución de no tropezar con ninguna tumba,ya realizaba su unico pasatiempo que era vagar en el cementerio todas las mañanas de domingo sin razon o motivo alguno. El conocía cada lápida del lugar, epitafio, nombre y apellido de cada muerto enterrado en su territorio, pero un día se sintió atraido por una tumba que recién habían bendecido, la cual contenía varias flores de diferentes colores y formas dándole un limpio aspecto. Se recostó sobre la nueva tumba para formar figuras con las nubes de sus personajes imaginarios más exitosos en su mente, creaba nuevos mundos en su cerebro hasta que escuchó un murmullo masajeador en su espalda, que lo hizo levantarse y quedar frente a la tumba, la miró largo rato con sus sentidos despiertos para escuchar decir:

-Hola-

Ya el miedo daba su cara y los labios por construmbre devolvieron con un

- Hola ¿Cómo estas?-

- Bien, ¿Y tu amigo?-

Su boca tiritaba de la espectación de oir pronunciar palabra a una tumba, retrocedió algunos pasos, pero escuchó otra vez:

- Porque retrocedes, no ves que soy tu amigo-

Saadi sintió una dulce voz y empezó a acercarse hasta tocar la superficie del cemento de la tumba, y con sentir rasposo en su palma dijo:

- ¿Cómo es posible que sea tu amigo? si no te conozco-

- Es porque yo se quien eres, te llamas Saadi, y con eso basta que te considere un amigo-

Pero el niño aún no convencido de las dulces palabra preguntó:

- Pero ¿Qué haces aquí? sepultado-

- Mejor preguntate que hago por ti-

- Bueno, que haras por mi-

- Pero antes hace algo por los demás -

- Ya, que hago por los demás-

- Pero,antes hace algo por mi-

- ¿Qué hago?-

- Reza-

- ¿Para qué?-

- Para que sepan que estoy aquí-

- ¿Y para que quieres eso?-

- Para que sepan que yo soy el responsable de las cosas que no saben, o no pueden hacer-

- Y ¿Cómo eres responsable de eso si estás sellado en esa tumba?- dijo Saadi mientras dudaba de su palabra.

- Ve a tu casa y preguntale a tu madre si estoy aquí-

El niño con esta respuesta fue a su humilde hogar de lineas cruzadas para preguntarle a su santa madre

- ¿Existe el señor de la tumba?-

- Claro que existe mi niño- y la madre lo vió con algunas manchas de tierra en su cara, las cuales eliminó con agua de una pileta de una paloma blanca, que se elevaba sobre la esperanzadora mañana.

Ya devuelta en el cementerio le pidió perdón a la tumba, y por la costumbre de sus padres se arrodillaba cada día para ponerle las más hermosas flores de distintos colores y formas.

Pero Saadi creció y sus padres se empezaron a preocupar, ya que no se volvía un hombre maduro, si no un hombre duro, y esto se empezó a mirar como enfermedad entre los semejantes, lo cual lo llevaron a hablar con la tumba solo.

- ¿Qué te pasa Saadi?-

- Nada - dijo el niño agachando la cabeza.

- Dime, yo se que te pasa algo-

El niño aún con la mirada hacia el piso abrió la boca para decir:

- Es que durante el tiempo que nos conocimos me he dado cuenta que mis amigos y semejantes te ven de otra forma, desconfío de ti-

- Eso te preocupa Saadi, no te atormentes es sólo un trastorno por tu edad, luego pasará, sabes que, mejor tráeme flores-

- Pero¿Por qué?- dijo el joven mirándolo de frente

- Bueno, no lo hagas, pero si, reza por mi-

-¿Para qué?, mejor te ayudo a salir de allí-

- No ,mejor anda a jugar con tus amigos y sólo piensa que estoy aquí-

- Pero cual razón me das para hacer tal cosa-

- Sólo hazlo, piensa que tu familia te lo ordena-

- Pero dime estas allí-

- Si-

- Y ¿Para qué existes?-

- No se-

- Entonces-

- Sólo cree en mi-

- ¿Para qué?-

- Para que sepan que estoy aqui-

-¿Pero porqué?, solo dime razones por favor tumba-

- . . . . . . . . . . . . . . -

- ¿Me escuchas?-

- . . . . . . . . . . . . . . -

De esta forma adoptó voluntad de rabia, mucha rabia, tomó un martillo y de un sólo golpe destruyó la tumba, haciendo volar los pedazos de cemento por la tierra del cementerio, formando una niebla de polvo con olor a iglesia y a cadáveres disecados. Ya cuando su respiración por la rabia cesó y la imagen de la tumba destruida se disipó, vió que no habia nada, completamente nada, es decir, todos los días habló con un muerto que nunca estuvo allí, que nunca lo escuchó. Saadi levantó los brazos y se estiró como si hubiera despertado después de un largo sueño, sonrió y miró a su alrededor con otros ojos y empezó a avanzar conforme, hacia la salida, pero antes de cruzarla, vió a lo lejos a personas que hablaban solas sobre las tumbas, el sólo soltó una pequeña risa y cerró las puertas gigantes de lata oxidada del cementerio más grande del pueblo, para no volverlas a abrir nunca más.

Desmond

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